EL DESAFÍO DEL HAMBRE EN EL MUNDO: ESTANCAMIENTO, CRISIS Y LA ESPERANZA EN LA JUVENTUD

EL DESAFÍO DEL HAMBRE EN EL MUNDO: ESTANCAMIENTO, CRISIS Y LA ESPERANZA EN LA JUVENTUD

  • El más reciente Índice Global del Hambre 2023 destaca un preocupante estancamiento en su reducción desde 2015. Se identifica, para ello, complejos factores de crisis, desde la pandemia de COVID-19 hasta conflictos bélicos como gatilladores del aumento en la subalimentación. Asimismo, el informe resalta desigualdades crecientes entre naciones y grupos sociales con proyecciones sombrías para 2030. No obstante, también exhibe una interesante perspectiva: el rol de la juventud en reconfigurar los sistemas alimentarios globales como parte de una acción colectiva ante un flagelo terrible como es el hambre. Este y otros temas serán desarrollados en el presente artículo.

Por: Sandor Lukacs de Pereny, Ph.D.[1]

En el escenario global actual, el hambre global persiste como una amenaza arrolladora. Al respecto, el Índice Global del Hambre (GHI por sus siglas en inglés) 2023 nos muestra una realidad retadora: el combate contra el hambre mundial se ha detenido desde 2015. En efecto, el puntaje global del GHI, fijado en 18.3 (que es considerado moderado) apenas ha mostrado un descenso de menos de un punto desde el marcador mundial de 19.1 otorgado en 2015. Esto representa un gran revés especialmente si consideramos el avance contra el hambre alcanzada entre los años 2000, 2008 y 2015. Específicamente, en este último periodo, el mundo había logrado avances destacables. Sin embargo, los datos recabados entre 2018 y 2022 (que son la base de los puntajes de 2023) muestran una crisis preocupante.

Eventos agravantes de una crisis del hambre (global)

El puntaje GHI de 2023 presenta una peligrosa tendencia de crisis locales y a nivel global. En concreto, las secuelas del COVID-19, la guerra entre Rusia y Ucrania, la inflación mundial (precio del petróleo) todo ello sumado a los impactos de fenómenos medioambientales, son eventos sindicados como agravantes del hambre mundial. Y es que, además, son sus efectos acumulativos los que han empujado a países en desarrollo -mismos que ya lidiaban con flagelo del hambre- a vivir una realidad aún más preocupante.

Para dimensionar el problema, debemos mencionar que la prevalencia de la subalimentación (que es un indicador crucial en el cálculo de los puntajes del GHI) ha aumentado del 7.5% en 2017 al 9.2% en 2022. Adicionalmente, según la FAO, el número de personas subalimentadas en el mundo ha pasado de 572 millones a 735 millones en este mismo período. Queda claro que el hambre es tan letal como silenciosa.

Hoy visibles: de secuelas acumulativas invisibles

Según este informe, las desigualdades entre regiones, países y grupos sociales se han ampliado. Mientras que algunos países sortearon la tormenta relativamente bien, otras, en cambio, se sumieron en problemas crecientes de hambre y desnutrición. Pero pese a que los efectos globales de la pandemia de COVID-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania hayan disminuido en intensidad, lo innegable es que las condiciones climáticas vienen incidiendo en el alza de precios de alimentos. Como ineludible resultado, esto los torna inaccesibles para las poblaciones vulnerables del orbe. Queda claro que el hambre no solo es padecimiento y es dolor; es subdesarrollo.

Proyecciones para un panorama sombrío al 2030

De acuerdo con el reporte GHI 2023, se prevé que 58 países no lograrán alcanzar un bajo nivel de hambre para 2030. Es decir, ninguno de los indicadores del GHI cumple con los objetivos establecidos por los ODS para 2030; no hay concordancia entre sí. Se vaticina también una prevalencia de la subalimentación, un retraso en el crecimiento infantil además de la emaciación y la mortalidad infantiles. Un panorama sombrío. En este contexto, la urgencia de afrontar estos problemas no puede ser ignorada porque de no satisfacerse los requerimientos nutricionales de los niños y jóvenes de hoy, ello repercutirá irreversiblemente en su capacidad para contribuir plenamente a la sociedad y a la economía en un futuro no tan lejano.

Juventud, vulnerabilidades y potencial

Muchos jóvenes en países de ingresos bajos/medianos se encuentran particularmente vulnerables a las crisis de seguridad alimentaria y a la desnutrición. Dicho de otra forma, su condición nutricional, además de ser un derecho humano, es indispensable para garantizar el bienestar de las futuras generaciones. Pero, conforme presenciamos el estancamiento en términos del combate al hambre, la urgencia de revisar los sistemas alimentarios globales gana tracción.

Un llamado urgente a la acción

El Índice Global del Hambre 2023 hace un llamado a apalancar esfuerzos colectivos y concertados con miras a abordar las causas fundamentales de la crisis del hambre. Existen, al respecto, alentadoras e innovadoras soluciones alternativas en materia de lucha contra el hambre. Por ejemplo, hablamos de cultivos resistentes a pestes, sistemas de almacenamiento de bajo costo, reforzamiento financiero de la agricultura familiar/subsistencia, de tecnologías y equipos para la irrigación en línea con el uso inteligente de biotecnología para combatir las plagas. De esto precisamente se trata la reingeniería de los sistemas alimentarios globales. En consecuencia, gobiernos, organizaciones e individuos deben trabajar para hacer frente a obstáculos estructurales, desequilibrios de poder y desigualdades que perpetúan el hambre.

Combate al hambre en La Libertad

Es capital reconocer que la lucha contra el hambre requiere de políticas claras enmarcadas por un cambio de mentalidad sobre el tema. En ese sentido, la juventud, con su resistencia, creatividad y determinación, puede dar forma a un futuro donde el hambre ya no sea una amenaza omnipresente. Por consiguiente, es mandatorio reconfigurar los sistemas alimentarios, tal y como se viene trabajando en la libertad. Esta región, junto con Ica, ostentan los índices más bajos de hambruna del país. Curiosamente, ambas regiones comparten el potencial agroindustrial sumado a la pesca artesanal e industrial lo cual incide en índices bajos. Empero, bajar los brazos no es una alternativa. Invitamos a la reflexión a todo el empresariado local liberteño para ver de qué manera contribuyen con combatir este mal global en el plano nacional.

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[1]Profesor de los Programas en Sostenibilidad de ESAN Graduate School of Business.         

Fuentes: www.viru.com.pewww.camposolempresa.wordpress.com

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