¿LAS PREOCUPACIONES PERSONALES DEBEN DEJARSE FUERA DEL ENTORNO DE TRABAJO?

¿LAS PREOCUPACIONES PERSONALES DEBEN DEJARSE FUERA DEL ENTORNO DE TRABAJO?

  • Te invito a explorar este dilema en un viaje reflexivo sobre cómo nuestras preocupaciones personales impactan nuestra productividad. Desde la influencia de nuestras emociones en el entorno laboral hasta estrategias para gestionarlas.

Por: Mauricio Gutiérrez Fernández[1]

La vieja escuela sostiene que las preocupaciones personales se deben quedar fuera de la oficina y no influir en el rendimiento laboral. Sin embargo, ya desde hace varios años se viene entendiendo que ello no es así, que es casi imposible.

Las obligaciones financieras, la salud de alguien cercano o los conflictos familiares son algunos elementos que nos generan preocupación, emociones intensas y definitivamente afectarán nuestra productividad. Me parece poco realista y hasta antinatural el pretender quitarse la mochila de los contenidos personales como si fuera fácil.

Pensemos lo siguiente: si en nuestro entorno personal ocurre algo feliz, nos sentiremos felices en los demás entornos -laboral, académico, etc. No podremos desengancharnos de la emoción; incluso, nuestro rendimiento se modificará. ¿Por qué creemos que con las preocupaciones personales no será similar? ¿No somos acaso susceptibles de experimentar emociones intensas que modifiquen nuestra conducta?

Por otro lado, es comprensible que una preocupación o un problema personal altere nuestro desempeño, pero creo que lo sano es buscar el punto medio. Recordemos que somos profesionales y que estamos formados para entregar un resultado. Quizá, no sea posible sobreponerse totalmente a un problema, pero si éste no es grave, debemos ser capaces de afrontarlo y superarlo en alguna medida, y no descuidar la calidad de nuestro trabajo. Para ello, existen recursos variados como la terapia, el deporte, las actividades sociales, la meditación, el arte y muchos más, según le sirva a cada persona.

Creo, además, que la emoción generada por los aspectos personales, si no es demasiado intensa ni una interferencia, debe ser aprovechada en el entorno laboral. La rabia, la tristeza, el miedo e incluso la alegría o la ternura pueden ser canalizadas y traducirse en energía aplicable a las actividades del trabajo. No es fácil lograrlo, pero lo considero definitivamente más sano que encerrar o negar las emociones que sentimos.

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[1] Psicólogo consejero en empleabilidad y marca personal

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